Pablo Cabrero: “El principal reto de la cooperación es romper con la dependencia y el paternalismo”

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Si hablamos de la República Democrática del Congo y del trabajo que los organismos de cooperación al desarrollo realizan allí, Pablo Cabrero es uno de los personajes que podría ayudarnos a comprender mejor toda la complejidad del país africano. Cooperante desde muy joven, dejó Yakarta (Indonesia), para embarcarse, como coordinador de medicusmundi Bizkaia, en un apasionante viaje al Bajo Congo, del que en esta entrevista nos deja un amplio análisis, además de varias interesantes reflexiones en torno a su sociedad, los proyectos llevados a cabo y la evolución que la propia cooperación al desarrollo ha tenido durante los últimos años.

Pregunta: ¿Cómo llegaste a trabajar con medicusmundi Bizkaia? ¿Cuál fue tu primera toma de contacto con la organización?

Pablo Cabrero: Pues a través de Internet. Vi la oferta de medicusmundi Bizkaia, y me pareció atractiva, tanto por el país, la República Democrática del Congo, como por el propio proyecto, muy interesante. Hice la entrevista por Skype y decidieron contar conmigo. Y en cuanto a la primera toma de contacto, todo fue muy sencillo, ya que pasé unos días en Bilbo con la anterior coordinadora, Amaia, y me puso al día de todo, tanto de los proyectos que se estaban llevando a cabo, como de la propia idiosincrasia del país, la sociología del lugar y, en resumen, de todo lo que me iba a hacer falta allí. La verdad es que me facilitaron todo.

P: ¿Cómo fue ese primer viaje al Congo? ¿Sentiste miedo al cambio, a lo desconocido?

P.C: No, más que miedo yo hablaría de responsabilidad, del peso de la responsabilidad. Me daba mucho respeto afrontar esas nuevas responsabilidades del cargo, la carga ingente de trabajo a la que iba a hacer frente, si sería capaz de controlarlo todo. Afortunadamente, he de decir que allí me encontré con un equipo fantástico, que siempre estuvieron dispuestos a ayudarme y que facilitaron sobremanera mi trabajo. Recuerdo con especial cariño a Ainize, una chica de Donosti que convivió conmigo y con la que trabé una amistad que hizo todo el trabajo, que en ocasiones es dura, mucho más llevadera.

Y en cuanto al propio viaje, recuerdo que eran años muy difíciles para el Congo. Además de la propia inestabilidad política, presente siempre en el país, se le sumó la crisis económica, además de la propia agresividad de algunos policías, que hicieron que la situación fuera tensa en algunos momentos. Recuerdo, por otra parte, que la capital, Kinshasa, estaba absolutamente levantada, en obras, dificultando todos los trayectos y complicando todo el trabajo.

P: ¿Qué valoración haces del trabajo realizado en el Congo como coordinador? ¿Qué proyectos se llevaron a cabo?

P. C: Nuestra actividad durante la época en la que fui responsable de coordinación, de marzo de 2010 a marzo de 2011, nuestra labor se centró en tres grandes proyectos. El primero, del FOCAD, para el saneamiento y mejora de las condiciones de higiene de tres distritos de Kinshasa. El segundo, un trabajo con una comunidad de personas con problemas mentales, y el tercero, en colaboración con una ONG local, asistencia a personas enfermes de VIH.

¿Si se cumplieron los objetivos? Yo creo que en general, podría decirse que si, no tanto porque se finalizaron algunas obras en el aspecto del saneamiento, si no porque, en términos generales, conseguimos la implicación de la población local, que es el verdadero objetivo de la cooperación. Y en otros procesos más lentos, como los cambios de hábitos, el empoderamiento de la mujer, el sentido de comunidad que trabaja junta, se vieron avances, a pesar de que, como he dicho, la evolución en esta área es mucho menos visible.

P: La metodología ha variado en el último año, haciéndose cargo de la coordinación una nativa congoleña en lugar de una persona expatriada, como venía haciéndose hasta la fecha. ¿Cómo has visto esa transición y que resultados está dando este profundo cambio?

P. C: Si, aunque yo, más que de una transición, hablaría de dos. La primera ocurrió entre los propios expatriados, al identificar varias debilidades que observamos durante bastante claro y decidir que había que incluirlas en el proyecto de cooperación. Se trataba de trabajar sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en la zona del Bajo Congo, además de llevar esa labor de cooperación desde la propia capital, Kinshasa, a zonas más rurales, en las que el desarrollo y la situación eran bastante más precarios. La segunda transición es la que tú comentas. Vista la inestabilidad de cambiar constantemente de coordinador, además de la desconfianza que generan los continuos cambios entre los nativos, se opta por, en una decisión algo arriesgada, por novedosa, dejar la coordinación en manos de una mujer del equipo congoleño que ya trabajaba allí.

En cuanto a los resultados, he de decir que he podido visitar la zona en la que desempeñamos nuestra labor este pasado septiembre, aunque ya como observador, externo, claro, y he podido comprobar con satisfacción, que el proyecto avanza con paso firme. Es cierto que hay que limar ciertos detalles y dinámicas, y que la decisión sorprendió mucho en una sociedad tan jerarquizada y machista, pero podemos decir que estamos muy satisfechos con la decisión.

P: ¿Cómo podemos definir la situación del Congo en aspectos como la higiene o la sanidad pública?

P.C: La del Congo es una situación complicada en ese ámbito. Hay que tener en cuenta que de Kinshasa hasta la costa y el puerto, hay una carretera, sólo una, y que todos los núcleos urbanos de entidad se sitúan junto a ella. Fuera de ahí, no hay absolutamente nada en lo que se refiere a medios para mejorar la higiene o que garanticen la sanidad pública. La mayoría de centros de salud son de la época de la colonización belga, y no tienen electricidad, disponen de agua, en el mejor de los casos, de algunas horas durante el día…Faltan medios, sobre todo en las zonas rurales, donde la situación es muy precaria.

P: ¿Cuál es la situación de las mujeres en el país? ¿Qué visión hay sobre los derechos sexuales y reproductivos?

P.C: La situación de las mujeres en el Congo es similar al que tienen éstas en la mayoría de países africanos, esto es, son las encargadas de cuidar de la casa, de hacerse cargo de los oficios, de cuidar a los niños y niñas, de recolectar, de tener todo en orden y limpio…Es una sociedad absolutamente patriarcal. Están absolutamente sometidas. Además, el índice de natalidad es altísimo, las familias suelen tener 7-8 niños, y eso solo agrava la ya de por si complicada situación de éstas mujeres.

Por otra parte, es destacable la impunidad existente en torno a la violencia sexual. El maltrato existe, es muy común, pero hay un silencio colectivo sobre el tema que lo invisibiliza, que le resta importancia y dificulta atajar el problema. Hay leyes contra la violencia sexual, están redactadas, pero es muy difícil llevarlas a la práctica porque, como en muchas otras áreas, faltan recursos con los que aplicar esas normativas que pudieran ser validas en otras situaciones.

P: ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la cooperación al desarrollo en el Congo estos próximos años?

P.C: Los retos para el futuro en el Congo son los mismos retos que existen desde hace tiempo en el país. Esto es, fomentar una cooperación de igual a igual que rompa la dependencia respecto a los países occidentales y europeos, alejada del paternalismo imperante y empoderando a los propios habitantes congoleños, implicándoles en dinámicas que mejoren su calidad de vida. Que sientan el progreso como suyo, que ellos mismos sean soberanos y sean capaces de organizarse para mejorar. ¿Cómo hacerlo? La única opción es buscar acuerdos entre las diferentes ONG y asociaciones que fomente una cooperación de igual a igual y se aleje del asistencialismo.


La cooperación al desarrollo se ha profesionalizado muchísimo en los últimos años. Ahora hay más factores, muchísimo más control sobre los fondos que se utilizan…Esto en si mismo es algo positivo, porque es dinero público y hay que controlarlo, pero por otra parte, nuestro trabajo ahora es mucho más complejo y burocrático, ya que auditar y justificar todos y cada uno de los gastos que tenemos, y esa transparencia, repito, necesaria, hace que en ocasiones se pierde flexibilidad en el trabajo diario.

Por otra parte, y yo creo que de manera acertada, la cooperación ha evolucionado desde el paternalismo religioso hacía una cooperación de igual a igual, que empodere a la población y les haga dueños de su futuro. En ese sentido, creo que estamos en el bueno camino.

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