En los últimos años Ruanda ha vivido un gran crecimiento económico. Sin embargo, se siguen dando casos de malnutrición en los hogares, debido, principalmente, a la inseguridad alimentaria y a la falta de información.
A nivel nacional, se estima que el 38% de los y las niñas menores de 5 años presentan un retraso del crecimiento y el 2% malnutrición aguda. El retraso del crecimiento varía en función de la edad. Así pues, puede oscilar entre un 18%, en menores de 6 a 8 meses, y hasta un 49% en niños y niñas de entre 18 y 23 meses. Si se analiza el estado nutricional por provincias, el Oeste contempla un mayor porcentaje de retraso del crecimiento (45%), siendo la ciudad de Kigali la que presenta un porcentaje menor (23%). El 41 de las y los menores de las zonas rurales sufren retraso del crecimiento frente al 24% en las zonas urbanas. (NISR, MS e ICF International 2015).
Cabe destacar, además, que la prevalencia del retraso del crecimiento es mayor entre las y los niños de los hogares más pobres (49%) que en los hogares más ricos (21%) y mayor entre menores cuyas madres no tienen educación (47%) que entre quienes cuyas madres han completado la educación secundaria o superior (19%) (NISR, MS e ICF International 2015).
La realidad del Distrito de Kamonyi no se aleja de los datos descritos anteriormente. La malnutrición también afecta a la población, especialmente a los y las niñas menores de 5 años. Concretamente, y según el informe de la investigación sobre los casos y las causas de la malnutrición (2018), el 36% de las y los menores presentan malnutrición. Es por ello, que las asociaciones locales UGAMA y ARDE, en colaboración con medicusmundi, han intervenido en las acciones de lucha contra la malnutrición en las familias pertenecientes a las 7 cooperativas de mujeres, así como en las de sus vecinos y vecinas.
Entre las acciones que se han implementado están la creación de huertos en los hogares con menores malnutridos, especialmente, menores de 5 años, la promoción de la producción de fruta mediante la creación de viveros y el suministro de ganado menor para la producción de proteínas animales.
Para alcanzar el objetivo de la lucha contra la malnutrición, se han fortalecido las capacidades de las personas beneficiarias para la preparación de una dieta equilibrada, mediante demostraciones culinarias y movilizaciones. Gracias a ello, se pueden observar impactos positivos en las familias beneficiarias.